Final
- Carlos Lara
- Jun 15, 2019
- 3 min read
That Arizona sky burning in your eyes... probablemente una de las canciones más bonitas a la vez que pastelosas que retumban en mi subconsciente desde hace ya un tiempo. Hola queridos amigos, hoy os escribo desde el tedioso sonido de bolígrafos cayéndose al suelo y apuntes que parecen no tener un final feliz, tengo a una pareja delante de mí que no para de demostrar su amor romántico, fruto de una parodia de Hollywood, mientras que yo intento averiguar cual es el potencial de acción de mis neuronas... si has atado cabos habrás descubierto que estoy encerrado en una biblioteca.
Los últimos 9 meses de mi vida han sido la mayor montaña rusa de emociones que jamás he experimentado, con sus espectaculares subidas para observar tu al rededor desde lo más alto, seguido de las caídas más vertiginosas que tu cerebro pueda imaginar.
La verdad sea dicha, no encuentro una metáfora que describa mejor mis experiencias que este engendro mecánico que nos hace gritar ante el temor de una muerte inminente. Hace ya un tiempo que intento ser agradecido con el universo por la suerte que he tenido de contar con la gente que me rodea, de mis amigos cercanos, lejanos y todos aquellos que van desapareciendo poco a poco de mi círculo. Creo que la gratitud es una virtud que poco a poco tiende a desaparecer ya que nuestro orgullo da por hecho que la mayoría de las cosas que nos acontecen son fruto de nuestras propias acciones, ya sean buenas o malas, pero a veces simplemente el azar echa sus cartas y nos une en un camino interesante y excitante a la vez que monótono y frustrante.
La universidad saca lo mejor y peor de ti, puedes estar disfrutando en un estado de paroxismo mientras sustancias psicotrópicas invaden tu organismo y al siguiente instante sentir que no vales para nada y que tu inutilidad en el planeta aumenta exponencialmente. Estoy a días de terminar el primer año de mi carrera y aún no tengo claro si lo que estoy haciendo es lo que realmente me llena y me apasiona, me pregunto si soy el único... si lo que me retiene aquí es mi futuro o mi dependencia tóxica y adictiva a personas que creo querer.
Si bien mis ganas de liberarme y expresarme han sido satisfechas, no ha sido completamente (probablemente ese punto ni exista) pero diría que han llegado a un 70%. Aún tengo muchas ideas escondidas que gritan por la libertad y anhelo algún día pueda concedérsela. Tengo miedo de decir todo lo que pienso, de no rozar lo común, de sentir que soy demasiado y a la vez poco... y una vez más, de sentir que no soy quien realmente quiero ser. Barcelona ha sido una ciudad que me ha enseñado a procrastinar en lo bueno y en lo malo, me ha mostrado que de vez en cuando (y muy de vez en cuando) el esfuerzo tiene su recompensa, y me ha confirmado, aunque en su momento también lo hizo Chicago, que no estoy hecho para encerrarme en las cuatro paredes de mi habitación que sacan lo peor de mí; ahora bien, también he sentido felicidad en muchas ocasiones, he vivido momentos que espero no olvidar y he tenido sensaciones que jamás antes habían recorrido mi cuerpo (en todos los sentidos).
Tengo aún muchas ganas de correr y me hacen reflexionar las pequeñas descargas de inapetencia vital que tengo cada vez más rutinarias... el amor, en todas sus formas, sigue dando giros parabólicos que no consigo entender; mis hormonas se descontrolan cuando estoy a punto de cumplir 20 años y creo que es consecuencia de lo reprimidas que estaban cuando tenía 15. Quiero, deseo y sueño con esa persona; esa persona no sueña conmigo, y creo que con nadie.
No sé ni que cojones escribir pero mi ira necesita un recipiente más fuerte que mi cabeza para poder controlarse, cada día me hace menos caso.
Comments