Felicidad
- Carlos Lara
- Mar 21, 2018
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La aceptación de uno mismo en su completa plenitud es una tarea muy difícil de llevar a cabo. La realidad para muchos adolescentes como yo difiere enormemente de la perspectiva moral correcta de muchos adultos. Uno siempre se pregunta cuál es el objetivo de vivir; bueno, gente como mi padre te diría que la meta final de nuestra existencia es el premio de la vida eterna para aquellos que se sometan a unas pautas marcadas por un Dios cuya existencia puede ser probada, o no. Si le preguntas a otro tipo de persona como mi madre, te respondería con cierta duda y resumiría en que el objetivo de nuestro paso por el planeta es esforzarnos, ser valientes (desde su punto de vista) y contribuir a esta sociedad llenando nuestro preciado tiempo con horarios que consumen nuestra energía y nuestras ganas de vivir.
Pero si le preguntas a alguien como yo, simplemente te respondería con un claro "no sé". Ahora te explicaré la razón de mi indecisión y el bajo interés que presento en la resolución de esta duda.
Desde mi punto de vista, forjado ya por las experiencias tanto intra como extra personales, te diré que para mí y para mucha gente, no hace falta la figura de una deidad que nos indique el camino a seguir, lo correcto y lo malo, la vida y la muerte, porque al final, todo es muerte, no? El hecho de que una persona no siga las reglas morales escritas en un libro sagrado, no quiere decir que esa persona no sea capaz de elegir entre el bien y el mal, o no sea capaz de utilizar su cabeza para razonar aquello que nos preocupa y llegar a una solución definitiva. Pero bueno, dejando temas religiosos a parte, hoy no vengo tampoco a respaldar a la razón, por el contrario, vengo a respaldar el criterio propio y la felicidad del individuo.
Hace unos días fui al cine a ver una película que cambió mi manera de pensar en muchas cosas y me ayudó un poco más a aceptarme a mi mismo, hacía mucho tiempo no me sentía tan reflejado en un metraje y también hacía mucho tiempo no envidiaba tanto una situación idílica que sé que jamás conseguiré. No voy a decir el título de la misma ya que gran parte de la gente que me rodea no comparte mi manera de pensar y nunca aceptarán realidades distintas a las suyas, le temen a algo diferente y se sujetan a argumentos antiguos con tanta fuerza que olvidan que al final del día la persona que tienen en frente sigue siendo humana, sigue riendo, sintiendo, llorando, y sobretodo AMANDO. El deseo de amar y ser amado está ahí, no desaparecerá por nada del mundo, surge de nosotros mismos como el palpitar de nuestros músculos cardiacos. La elección de amar a alguien es algo personal, algo en lo que ninguna persona debería entrometerse; pero los seres humanos seguimos y seguiremos siendo cotillas y el supuesto derecho de adentrarse en los rincones de la vida personal de los demás no acabará nunca.
Como he dicho antes, para mí el objetivo de la vida no es un trabajo, no es ganar dinero, no es casarte, formar una familia, tener hijos, comprarte una casa o que deudas como la hipoteca te amarren tan fuerte que priven la poca libertad que tenemos; sino (a pesar de que sonará muy tópico) para mí el objetivo de nuestra existencia es simplemente ser feliz. No estoy diciendo que no quiera llevar a cabo las cosas anteriores, sino que para mí solo figuran como adornos de una sociedad que a presión nos inculca desde pequeños el modelo de vida tradicional que debemos seguir para alcanzar la supuesta "alegría de existir".
¿Qué es ser feliz?
Bueno, este término es demasiado amplio para poder ser descrito con alguien con tan poca experiencia como yo. Para mí ser feliz es poder levantarte cada mañana sin que tu primera palabra en el día sea una queja; ser feliz es desayunar con tranquilidad y disfrutar de cada mordisco de tu tostada; ser feliz es escuchar tu canción favorita a todo volumen en tu trayecto a los diferentes lugares que reclaman tu nombre; ser feliz es trabajar en algo con lo que sabes que le estás haciendo la vida más sencilla a aquellos que te rodean y a aquellos a los que quieres; ser feliz es pasear a tu perro y observar su interminable lengua mientras jadea por el calor estival; ser feliz es disfrutar de una cerveza con tu mejor amiga; ser feliz es besar a la persona que te gusta sin sentirte observado por aquellos que te rodean; ser feliz es leer un libro interesante; ser feliz es comer; ser feliz es hacer deporte con tu madre; ser feliz es viajar; ser feliz es bailar y perderte en los ritmos de la música; ser feliz es sencillo, así que dejemos de preocuparnos por cosas vanales y de ser esclavos de un trabajo que esta aniquilando los mejores años de nuestra vida.
Hoy te vengo a decir que, por muchas dificultades que tu ambiente escolar, laboral, o familiar te ponga por delante, tú sigues siendo fuerte y único. El valor de la diferencia es algo que se necesita hoy en día, nuestro hábitat está siendo aniquilado por modas que nos condicionan como zombies sin cabeza. A la hora de amar, no dejes que nadie, por muy cercano a ti, condicione tus sentimientos o intente cambiarlos, no pierdas las mariposas en el estómago al ver a ese chico o chica que te gusta, no dejes que un ambiente opresor asesine tus ansias de libertad, no dejes que te confundan y siempre se fiel a tu identidad. Te hago un llamamiento para que seas valiente y le demuestres al mundo lo que eres capaz de hacer, que le cambies el punto de vista a tus padres sobre ese tema que ellos aún no entienden, que les hagas ver que TÚ lo vales, y que siempre que quieras un consejo, aquí ando yo, un chico creo que bastante experimentado en estos temas. Te quiero...
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